viernes, 11 de julio de 2014

ATAVIADO DE AMOR (Microrrelato)





ATAVIADO DE AMOR
(Microrrelato)


Cierto día en que conversaba con un joven, de ésos que los pensadores solemos llamar víctimas de la moda —fashion victims les denominan los Mass media—, me aconsejaba éste sobre la pertinencia de cambiar mi clásico y anticuado estilo de vestir (según su parecer, anquilosado en el siglo XIX o XVIII) por un estilo un poco más moderno y vanguardista. A seguida, pasó a demostrarme los caras y modernas que (siempre de acuerdo con él) eran sus muy actualizadas vestiduras. Así fue señalándome, diseñador, precio, estilo y hasta tienda en que había comprado él las horrorosas (claro que para mí) vestimentas que adornaban su esquelética anatomía. Yo, con ganas de reír —por respeto al sujeto no lo hice—, tan sólo esbocé una sutil sonrisa y, acto seguido, le dije: «Pues, oye y observa bien, te revelaré, amigo, que yo, en mi clásico estilo de vestir, y sin pedir nada a nadie, siempre ando ataviado del más puro amor. Por ejemplo: ves estos zapatos que hoy cubren mi pies, fueron comprados para mí por un amigo en la Quinta avenida de Nueva York; este hermoso pantalón fue un regalo de una hermana que lo adquirió en aquella misma ciudad; esta hermosa camisa es también un caro obsequio de otra hermana que, igualmente, reside allí en la Gran Manzana; en tanto que, un sobrino, me envío a través de su madre, esta preciosa chaqueta azul que hoy luzco; la corbata (te gusta mi corbata, ¿verdad que sí?), es un regalo especial de una de mis preciosas sobrinas; en tanto que, el reloj que hoy exhibo en mi muñeca izquierda, me lo regaló mi querido padre; la vida, como tú bien sabes, es un regalo de la Suprema razón de Ser, venida a través de mi madre y mi padre; mas, para no cansarte el cuento, te diré que hasta mis interiores, mi perfume, mi correa, mi pañuelo, mi cartera, el pisa-corbata e incluso este costoso lapicero que hoy llevo en el bolsillo de mi camisa, son todos amorosos obsequios, comprados con muy inmensos afectos y pensando en mí, por ell@s (mis herman@s, sobrin@s, cuñad@s, amig@s y hasta admiradoras y admiradores). Creo que con esto ya ha sido más que suficiente para poder demostrarte que, más que de fastuosas, fachosas, caras y ridículas vestimentas que sólo me harían ser víctima de un exiguo momento de la moda, yo siempre ando ataviado del más puro y grande amor.»

P.D.
Utilizo este breve relato para dar gracias a tod@s aquell@s que, de vez en cuando (que es muuuuyyyyyy a menudo) me llenan de amor con sus valiosos, apreciados y siempre bien recibidos obsequios y reconocimientos. Se les quiere y gracias del alma, pues, por su cariño.

Autor: Rodolfo de Jesús Cuevas; 29/04/2014 
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