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¿De qué se reirán Franco y sus acompañantes, no será de Trujillo?
La entrante será una semana de júbilo en mi país; pues, además de celebrarse “El Día
de las Madres” (por cierto: ¡Qué vivan todas las madres del mundo!), este
domingo 30 de mayo se cumplen 49 años del ajusticiamiento de Trujillo.
Así que, desde lo más profundo de mi corazón, elevo mis respetos a todos
aquellos héroes que abrieron al país el camino hacia la libertad democrática y
retornaron a todas las madres dominicanas, y extranjeras, que residían en el
país en tal entonces, su tranquilidad espiritual; celebrémoslo, pues, con este
breve relato:
EL FIN DE LA ERA DEL CHIVO
Aquel ignaro soldado, nacido en la más abyecta de las miserias, se hizo
con el poder a través de muy arteras mañas; ya en él lo gansterizó,
absolutizó y cavernizó. Instauró allí la más horrenda época de
terror y, a sus rivales políticos, para poder sostenerse en el mando, desde un
principio: los persiguió, aterrorizó, torturó, exilió y asesinó; en fin, los
socavó con sus terribles abusos, ejecutados en contra de ellos, sus mujeres y
sus proles. Tan horripilantes fueron sus crímenes que saturaron hasta a sus
propios amigos y colaboradores; razón ésta por la cual, un grupo de ellos, al
cabo de 31 largos años de espanto y agonía, optó por conjurar al miedo y
descabezar la zozobra. Dicho grupo lo emboscó y, sin siquiera sumariarlo, lo ajustició.
Fue, luego de ejecutado, embutido, cual un fardo cualquiera, en el sórdido baúl
de un carro y, al siguiente día, por el vaho insoportable que empezaba a
despedir ya, hallaron su cadáver en vía de putrefacción en el garaje de uno de
los conjurados. Tal fue, señores, el fin de la “Era de Trujillo”, alias “El
Chivo”, en quien muy perfectamente se cumplió, como una obvia consecuencia de
la infalible ley de retorno, aquel adagio que reza: “Quien a hierro mata, a
hierro muere”.
En esta
semana que discurre, se celebran en varios países del Mundo (incluido el mío) elecciones
presidenciales, congresuales y municipales, siendo ésta una oportunidad de oro
para re-publicar el relato:
LA
MULTITUDINARIA MARCHA DE LOS PENDEJOS
En la muy democrática Atenas del Nuevo Mundo,
como la sociedad plural, representativa e institucional que es, se celebran
bienalmente dos cívicas convenciones, es decir, una por cada dos años. La
primera, se celebra para escoger a los compañeros del célebre Alí Baba, o sea,
a los 40 ladrones que le sirven de contraparte; en tanto que la segunda, dos
años más adelante, se realiza para escoger al mismísimo Alí Baba en persona, o
sea, a aquel dichoso mortal que tuvo la suerte de descubrir la cueva en donde
escondían su ingente tesoro los 40 ladrones y, a pesar de que sabía que todo
aquello era robado y, por lo tanto, ajeno, lo recuperó y con todo, para sí
absolutamente, se quedó.
En el feliz y paradisíaco marco de dichos
representativos conclaves nacionales, los cuales adquieren la categoría de
acontecimientos sociales de primer orden, el Pueblo se arroja con ciego
frenesís a las calles, avenidas y mentideros de la prístina Ciudad de los
colones y, furibundo, enfebrecido y apasionado, aúpa a sus respectivos
candidatos. Se forman entonces, tumultuosas concentraciones humanas, fanáticas
contradicciones populares y muy peligrosas —aunque, al final, banales—
discusiones políticas que, a veces, degeneran en odiosas y lamentables
tragedias que, poco después, todos olvidan...
El populacho, verdaderamente fanatizado, masificado
y como víctima de un extraño sortilegio —tal y como ocurre en El Perfume
a la enorme multitud ante el poderoso hechizo de Jean-Baptiste Grenouille, con
la única diferencia de que, aquí, son muchos más los Grenouille—, se concentra,
en el día de tan magna cita, en los entornos de las escuelas públicas, colegios
privados, liceos, politécnicos, universidades, clubes sociales y populares y
muchas otras instituciones más, a fin de poder cumplir con su cívico deber. La
venta de alcohol, así como la apertura de los lugares públicos que expenden
bebidas espirituosas, se prohíbe, mediante legal disposición, durante el
discurrir de ese día; pero que va, todos beben alcohol hasta más no poder,
participando así de una extensa bacanal que parece poseer un carácter
inminentemente carnavalesco.
Y muchos extranjeros se preguntan azorados: «¿Y qué
obtiene el pueblo novo ateniense como consecuencia de esos tan
democráticos certámenes?» En tanto que, algunos lúcidos criollos, les contestan
bastante apenados: «Pues, nada; ya que su pobre situación es, notoriamente,
mucho más incierta, precaria y desesperante después de celebrados éstos.»
Mas, todos —ellos y los extranjeros— siguen sin
poder comprender jamás porqué, cada dos años, aquel Pueblo acude, cada vez más
y más masificado, cada vez más y más fanatizado, cada vez más y más motivado, a
tales certámenes electorales que han sido correctamente denominados, por los
espíritus más críticos de aquella rocambolesca sociedad, como: La
multitudinaria marcha de los pendejos.
De acuerdo con lo que
sostiene el vulgo, «cada cabeza es un mundo», así que, partiendo de tal
premisa, podríamos definir o calificar la mente humana como una caldera en
constante ebullición; pues es allí donde, precisamente, se cuece el triunfo o
el fracaso de su portador y, obviamente, de todo aquel que así, como él,
piense. Debido al ya expuesto motivo fue que el sicoanalista
germano-estadounidense Erich Fromm sostuvo que: «La mente humana es la
bendición o maldición del hombre», dejando entrever, con tal enunciado, que el
ente humano podía, si quería, extraer de sí mismo, de su particular interior,
los mejores o peores frutos, siendo libérrimamente suya la decisión tomada al
respecto.
Es cierto que, tal y como
sustentó Steve Biko, «el arma más potente en las manos del opresor es la mente
humana»; pero debemos aceptar también que el poder de un ser humano no reside
específicamente en su cerebro sino en el de aquel o aquellos que lo admiran o
le temen. Muy penoso es ser un manipulador, pero mucho más penoso aún resulta
el dejarse manipular arteramente; y ésos que, como Hitler, Franco, Mussolini o
Trujillo, gustan de manipular, primero procuran hacerse expertos en controlar,
por miles y hasta por millones, las humanas mentes. Se convierten, de tal
manera, en duchos pastores de gentes, que gozan aborregando a sus congéneres;
son, a resumidas cuentas, diestros vaqueros sociales que, muy de vez en cuando,
hacen restallar sus foetes para alinear correctamente al ganado en desbandada.
No en vano dijo E. Godin: «Los pastores serán brutales, mientras [que] las
ovejas sean estúpidas.»
Tales hombres tienen
éxito en aborregar, agrupar o apandillar a las personas y las fórmulas
infalibles que emplean para lograr, sus fines, son la demagogia política, el
clientelismo barato y el infalible mea culpa. «Si no me eligen a
mí y a los míos, el país perecerá»; «si no votan por mi proyecto político, el
mal gobierno actual se quedará»; «fulano te guiará hacia un seguro e inminente fracaso»,
etc, etc, etc... Y si aceptamos que las culpas residen en las mentes humanas,
entonces debemos dar como bueno y valido el postulado aquel, del escritor
español Carlos González Pérez, en donde sostiene que: «La cárcel más antigua es
la de la culpa, en ella somos, a la vez, el preso y el carcelero.» Y sí, es
cierto, existen muchísimas personas para las cuales, su propia mente, es la
peor de la pesadilla, pero para otras, ésta, constituye una mina inagotable de
sapiencia, prestigio y poder. Viéndolo, entonces, desde tal punto de vista,
ella puede ser, para su dueño, una muy honda fosa de esclavitud o un muy
elevado baluarte de poder.
En fin, vemos ya que
poseemos el poder mental de manipular, pero también la debilidad de poder ser
manipulados y que, de nosotros y nada más que de nosotros, depende el que se
utilice siempre ese tan extraordinario poder de persuasión, que atesora la
mente, en bien de la sociedad en que habitamos y, por ende, de la humanidad en
su conjunto. Recordemos aquí que, de acuerdo con la teoría de la Creación, la
Suprema Entidad del universo dotó al ente humano de un poder que ni siquiera
sus ángeles poseen: El libre albedrío; por tanto, el único lugar en el cual un
hombre es verdaderamente libre es en su mente; y sólo a él, según las reglas de
la democracia, corresponde el elegir y ser elegido. Siendo así, de aquí en
adelante, aprendamos a elegir y no a dejarnos pastorear como a borregos
irracionales; empecemos a usar nuestras poderosas mentes con propiedad,
capacidad, responsabilidad, conciencia y libertad; pero, lo que es aún mucho
más importante, siempre en favor de la humanidad...
Si notan que mi actividad
(visitas, opiniones y comentarios) se ha reducido al mínimo en sus blogs se
debe a cierta falta de tiempo para poder interactuar con ustedes; pues estoy
ocupado en asuntos sociales, culturales y educativos (sin fines de lucro) que
han mermado un poco el tiempo que usaba para esto. Prometo que, tan pronto
pueda, retomaré el ritmo anterior. Gracias por su amigable comprensión.