SUCESOS TERRIBLES E INOLVIDABLES
En este mes que aún discurre
concuerdan, extraña y coincidencialmente, los aniversarios de dos sucesos
extraordinarios e inolvidables que, muy a pesar del tiempo que separa a uno del
otro, están, a mi entender, unidos como por un cinturón invisible, pero muy
palpable y apretujado todavía: el cinto de la discriminación y la extrema
pobreza. Deseo resaltar aquí tales hechos, uno producido por las fuerzas
incontrolables de la naturaleza y otro por la gran maldad del hombre, trayéndolos
a la memoria de mis amigos y contertulios porque, aún sea de maneras muy
diversas, son muestras palpables de esa terrible maldad que aún poseen los
poderosos del planeta.
El primero de dicho
acontecimiento arribó apenas a su primer aniversario y fue aquel horrible y
desolador terremoto ocurrido en Haití el 12 de enero del recién pasado 2010, en
tanto que el otro ocurrió hace ya 43 años y fue el vil y políticamente
planificado asesinato de Martin Luther King, acaecido en Memphis, Tennessee el
cuatro de abril de 1968, aunque la mayoría tiende a recordarlo a mediado de
enero, específicamente el tercer lunes
de dicho mes, fecha próxima al cumpleaños del sacrificado líder que se
verificó el 15 de enero de 1929, y que fue instituido en los EE.UU. como día
para honrar su memoria (Martin Luther King’ Day).
El terremoto de Haití asoló la
parte más populosa de aquel empobrecido país centroamericano —la ciudad capital
y sus alrededores—, razón ésta por la cual aún, a un año de ocurrido, millones
de seres humanos siguen viviendo a la intemperie, protegidos por muy frágiles
carpas y expuestos a la cruel inclemencia del clima; víctimas, por tanto, del
frío, de las borrascosas lluvias y de enfermedades y bacterias tan contagiosas
como el cólera; esto sin hablar de los abusos y violaciones que los más fuertes
y falto de conciencia ejecutan, en esos improvisados refugios, en contra de los
más débiles e indefensos; a tales cosas debemos, además, añadir la plaga del
siempre demagógico y clientelar populismo político que rige allí por motivo de
elecciones. Todo esto ocurre mientras vemos que los poderosos de este mundo
unipolar que hoy nos rige, se regodean celebrando cumbre tras cumbre en
diplomáticas juergas y comilonas tomando como pretexto las ayudas que prestarán
al vilipendiado pueblo haitiano.
Aquí, haciendo concordar
forzosamente tales acontecimientos, quiero destacar que la erradicación de la
xenofobia y la pobreza por la cual cayó asesinado Luther King sigue siendo
utópica; pues, tales males, aún prevalecen con gran fuerza en el mundo; bien
sabemos que Haití no tiene con que reconstruirse por sí solo, pero esto, a los
todopoderosos que trazan las reglas del juego en el planeta, le importa un
bledo, ya que, allí no existen grande pozos petroleros ni minas de ningún tipo;
allí sólo hay lágrimas, dolor y sangre, pues, en Haití, hoy más que nunca, se
desnudan a la vista del mundo las lacras miserables de los más terribles abusos
humanos y se pone de relieve el cruel abandono en que algunos hermanos ricos
sumen a sus más pobres hermanos. Allá podemos notar como la maldad y la falta
de amor para con los más pobres aún se hallan patente en cada arteria de
nuestro globo terráqueo.
En consecuencia, ni el espíritu
de Lincoln, ni el espíritu de Kennedy, ni el espíritu de Luther King, tres
grandes prohombres caídos en la lucha por la instauración y prevalencia de los
derechos fundamentales del ser humano, podrán jamás descansar tranquilos
mientras en el mundo existan la esclavitud (en cualquiera de sus formas), el
odio racial y la extrema pobreza originada por la explotación del hombre por el
hombre.
En tal virtud, desde aquí llamó
a continuar la lucha de esto grandes hombres por la imposición y el respeto
universal de los derechos fundamentales de la humanidad. En tal virtud, insto a
todos a vivir, conforme a como lo hizo Martin Luther King, en lucha constante
por lograr la prevalencia de la paz, la erradicación de la esclavitud, de la
discriminación racial y el combate universal a la cada día más creciente
pobreza; claro está, esto sin olvidar nunca jamás las vigentes y urgentes
necesidades que hoy acogotan al desamparado pueblo haitiano. En tal virtud,
desde aquí clamo por que sigan repicando las campanas de la fraternidad, la
igualdad y la solidaridad humana; ruego porque repiquen y repiquen, muy continuamente, del uno al otro confín
del universo; en fin, solicito muy ardientemente que unidos nos tomemos de las
manos y que, todos juntos, a coro roguemos porque la libertad, la equidad y la
justicia social se impongan y prevalezcan sobre las terribles ambiciones de
unos pocos.
Autor: Rodolfo Cuevas©: 12/01/2011;
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