Tomando en cuenta el
valor que, para todo y tod@s, posee el tiempo, pues es éste un bien
irredituable, comparto con ustedes, apreciad@s amig@s, el octavo capítulo de mi
obra EL SHAMÁN. Espero que sea de su completo agrado.
VIII
CRONOS
Y EL SHAMÁN
El sapiente y siempre
paciente Cronos —amo de los días, de las semanas, de los meses y hasta de los
siglos—, visitó un día al Shamán y le dijo:
—Comprende que, para
poder vivir bien, primero debes distinguir entre el pasado, el presente y el
futuro, ya que, cada una de ellas, son figuras distintas; por ejemplo: el
pasado es algo que fue y ya nunca jamás será; en tanto que el presente es lo
que es, lo único que en realidad tenemos; y el futuro es lo que podría llegar a
ser o no ser, o sea, es tan sólo una imaginaria abstracción. En tal sentido,
olvida el pasado lo más pronto posible, pues —por malo o bueno que éste haya
sido— nunca jamás volverá; procura vivir en el presente siempre, en vista de
que él es todo lo que ciertamente se te ha dado; y, en cuanto al futuro se
refiere, espéralo esperanzado, pero siempre preparado para sobreponerte a lo
peor que pudiese ocurrir; y, recuerda, “nunca —pero nunca en la vida— debe dejar
para mañana lo que puedas hacer hoy”; pues, para el buen éxito de la acción que
se ha de emprender, el mañana suele ser el peor de los consejeros.
Y el Shamán, sumamente
agradecido, digiere el buen consejo que le ha regalado el todopoderoso dios del
tiempo, en consecuencia, le promete:
—Desde hoy, juro y
prometo ante ti, excelso y paciente Cronos, supervisar adecuadamente mis
acciones, sometiéndolas siempre al celoso escrutinio del tiempo, el cual es el
único juez justo y verdadero, pues —a la postre— suele poner todo en su correcto
lugar. En lo adelante, juro que no desperdiciaré ni siquiera un solo segundo de
mi vida, que olvidaré el pasado (muy agradecido por lo bueno o malo que me haya
enseñado), que viviré siempre en el presente y que esperaré el futuro
esperanzado, aunque sí plenamente preparado para poder corregir y enfrentar
cualquier eventualidad que se manifieste en el presente. Ya que, ahora, gracias
al Supremo y a ti, Cronos, bien sé que “elegir el tiempo es ahorrar tiempo” y
que “siempre se tiene tiempo suficiente cuando (éste) se emplea como es debido”.
Se me ha dicho ya que: “En circunstancias especiales el hecho debe ser más
rápido que el pensamiento”, es decir que siempre debo pensar y actuar con
rapidez, lo cual no es más que otra forma de poder ahorrar el tiempo… pues, muy
irrefutablemente cierto es que: "El tiempo ha puesto muchas veces remedio a aquello que no ha podido ponérselo la razón".
Autor:
Rodolfo de Jesús Cuevas ©; 14/ 01/2013
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65-00.