¡QUÉ
INMENSA ABERRACIÓN!
Es penoso, muy penoso,
el tener que comenzar el año 2012 con este escrito, pero no quiero, bajo ningún
concepto, desperdiciar la gran oportunidad de poder denunciar, a los oídos de
todo aquel que quiera saberlo o leerlo, que en mi país, la República
Dominicana, 236 mujeres —madres y
futuras madres— fueron horrendamente asesinadas, dizque por amor por sus esposos,
exesposos, novios o exnovios, en el recién pasado año 2011.
¡Qué
inmensa aberración!, podríamos gritar. Pero la aberración
más grande aún es que, en tal país, los miembros del Ministerio Público (entiéndase procuradores generales y de cortes,
fiscales, fiscales adjuntos y fiscalizadores) son compañeritos
de los comités de bases del partido político
gobernante; los cuales, casi siempre, han sido designados de dedo por el compañero
presidente, el compañero procurador general de la República o cualquier otro
compañero o magnate del partido en el gobierno. Y estos funcionarios atienden,
en consecuencias y en claras función de sus intereses particulares, más a buscársela o a fantasmear que a cumplir con sus deberes para con el pueblo; pues están
investidos como jueces de la querella,
cargo éste que ejercen más en función de amiguismo político o de las prebendas
espuriamente recibidas. O sea que allí es en donde está el quid del asunto, esas 236 mujeres asesinadas son una
horripilante consecuencia de la ineptitud, incapacidad, desidia, dejadez e
imprudente negligencia con las que tales funcionarios políticos cumplen con esa
tan delicada tarea puesta sobre sus tan incompetentes hombros. Me pregunto: ¿Hasta
cuándo eso será así?
¡236
mujeres asesinadas! ¡Qué aberración, qué atraso, qué revés
más siniestro, para la justicia y la sociedad dominicana en general!
Por favor, dominicanos,
aun sea de aquí en adelante, actuemos como hombres, como verdaderos hombres, y
no como viles asesinos y femenicidas; nunca jamás permitamos que nos juzguen como
crueles matadores del ser al cual supuestamente más apreciamos: La mujer amada. Enarbolemos en fin una
consigna que rece: Ni una mujer
asesinada más ¡Basta ya!
Aquí le dejó con un
pequeño microrelato que pretende ser un humildísimo homenaje a esas 236 mujeres
asesinadas.
LA VÍCTIMA NO. 236
Él, siempre muy de
acuerdo con su extrañísimo sentido del amor, la amó tanto, tanto, tanto que —por
causa de ese tan excesivo amor— enceló; y, al encelar así de tal manera e
instado por esa desvirtuada forma de ver y sentir al amor, entonces, la asesinó.
Autor: Rodolfo Cuevas©: 06/01/2012;
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