SOBRE
AMISTAD Y LIBERTAD
El joven vio venir,
por la senda acostumbrada, al viejo sabio de su comunidad y, al verlo acercarse
tan parsimoniosamente, decidió salir a su encuentro, pues recordó que tenía
varias interrogantes que plantearle. En tal virtud, cuando ya estuvo ante él,
inquirió:
—¿Cómo está, mi
señor, cómo se siente?
—Yo, muy bien,
gracias al Supremo, joven amigo; pues es evidente que estamos vivos, sueltos y,
por ende, en plena libertad —contestó el anciano.
—Y, precisamente, a
propósito de amistad y libertad —preguntó el joven al sabio—, si uno de mis más
queridos amigos decide, de repente y como sin razón aparente, declararse como mi
peor enemigo… ¿qué debo hacer al respecto…?
—Pues, muy obvio
—contestó el sabio—, nada más y nada menos que permitírselo; ya que así estarás
respetando su libre albedrío y el derecho que él tiene (al igual que tú) de
escoger a sus relacionados. Y, en torno a esto, recuerda bien que siempre, y
por meras cuestiones naturales, el bueno es aliado del bueno, en tanto que el
malo lo es del malo y que tales seres (buenos y malos) son, han sido y por
siempre serán antípodas…
El joven escuchó con atención
las sabias palabras del anciano, las meditó muy analíticamente, vio luz y
verdad en ellas y, entonces y sólo entonces, decidió incorporarlas a su credo.
Autor: Rodolfo
Cuevas©:17/05/2013;
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