Muy a propósito de la
recientes incursiones en el panorama político nacional de Ramfis Rafael
Domínguez Trujillo —el nieto de Rafael L. Trujillo (“el Sátrapa de sátrapas”) e
hijo de Angelita I (“la reina del Caribe y un poco más allá”)— para defender
la, a su punto de vista, supuesta gran
obra de gobierno de su sanguinario abuelo, se torna propicia una preciosa oportunidad para poder demostrar —así brevemente y a vuelo de pájaros—, a él y a todos
aquellos que (quizás por mera ignorancia histórica) sostienen que durante el larguísimo
gobierno de 31 años de Chapita el
pueblo vivió mejor que nunca. Leamos aquí parte de la nota periodística, sobre
el pariente de marras y sus actividades, publicada al respecto:
“Santo Domingo.- El nieto del
exdictador Rafael Leonidas Trujillo, Ramfis Domínguez Trujillo, dijo ayer que
el país vivió sus mejores tiempos en la época de su abuelo y que en 50 años es
el inicio del esclarecimiento de la historia, la que según dijo está
desvirtuada porque no se dicen las cosas como son en realidad. Expresó que la
democracia de 50 años que ha vivido el país ha dejado más muertes que las
ocurridas en esa época de tres décadas” (artículo
publicado en el periódico El Día en
fecha: 25/10/2012).
Quienes como él opinan
(sólo por mera ignorancia histórica como dije ya) no se han detenido a pensar
(o a analizar) jamás que los yanquis, quienes ocuparon el país (para cobrar una
deuda que ellos, muy aviesamente, compraron a Europa) de 1916 a 1924, y forjaron
al Sátrapa como un fiel capataz de
sus imperiales intereses; y es, en tal virtud, que le permiten capitanear el
país con manos de hierro, siempre y cuando éste se comporte como el perro de
presa que era para con la aldea y los sometidos aldeanos que tenía bajo su cuidado.
Es por tal razón que vemos que durante la Época del hoy difuntísimo Trujillo
(conocida hoy como: La Era que era era)
todo se administraba de manera centralizada, en torno a ese feroz capataz de
turno (aclaro que cualquier parecido con el presente es sólo pura
coincidencia). Sucede que, al susodicho capataz administrarlo todo así, feroz y
absolutoriamente, llegó a creerse único propietario y comenzó a transformar el bien que le dieron a guardar en una finca privada y, entonces, tal y como
dice Rafael Jarvis (miembro colaborador de la Academia Dominicana de la
Historia): “Trujillo centralizó en su persona todos los estamentos del Estado,
incluyendo extensiones territoriales con el fin de favorecer sus intereses
particulares”. De ahí que, ya en el mismo 1936, el títere Jacinto B. Peynado, “presidente
en funciones” por ausencia de Trujillo, y el lambonísimo senador
y presidente del Senado y, obvio, del Congreso Nacional, Mario Fermín Cabral
proponen el cambio del ancestral nombre de la ciudad de Santo Domingo de Guzmán
(que es de donde procede el gentilicio principal del pueblo dominicano) por el
de “Ciudad Trujillo”. Y entonces, en una indetenible parafernalia de culto a la
personalidad, de doce provincias originales que existían en el país, se duplica
el número de éstas a 24, a fin de poder nombrarlas con los nombres de Trujillo
y los nuevos dueños del país, como en seguida veremos.
A San Juan de la
Maguana, una de la más vieja provincia nuestra,
se le endilgo el nombre de “Provincia Benefactor”; a Dajabón se le encaquetó el nombre de “Libertador Trujillo”;
a la Provincia Peravia (Baní) se le llamó “José Trujillo Valdez” (en honor al
padre del tirano); a la provincia María Trinidad Sánchez (Nagua) se le puso el
nombre de “Julia Molina” (la benemérita matrona de Trucutú, otro de los tantos apodos
de Trujillo); en tanto que a San Cristóbal se le puso el nombre de “Presidente
Trujillo” (en honor a él, pues éste nació allí en 1891).
En
cuanto a su megalomanía se refiere, ésta llegó a ridículos extremos, él mismo,
se autodenominó: “Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva”,
propiciando así un golpe histórico a los padres de la patria (Duarte, Sánchez y
Mella) a quienes unió en una insignificante trilogía a fin de que fueran menos
que él. Así mismo, se construyó un Arco del Triunfo a la entrada de casi todas
las provincias del país, entre los cuales se destaca el de Barahona, el que originalmente
tenía las siguientes inscripciones: A través de los tiempos y frente a esta
montaña rebelde, se abrazan fabulosos Trujillo El Grande y el Libertador
Enriquillo, esto era de un lado, porque del otro decía: La
común de Barahona graba en la piedra su perenne testimonio de gratitud al
Benefactor de la Patria. A la verdad que esto era algo tan ridículo como para
morirse de la risa.
Al
hoy Monumento a los Héroes de la Restauración, en Santiago, se le llamaba
“Monumento a la Paz de Trujillo”; el Obelisco de Santo Domingo (obelisco macho,
le dicen algunos) se inauguró en 1937, también por puro lambonísmo, para conmemorar el cambio de nombre de la ciudad
capital por el de “Ciudad Trujillo”; y el otro monumento vecino, muy mal
llamado obelisco hembra (pues
realmente no existen obeliscos hembras), que fue inaugurado en 1944, se le
denominaba: “Monumento al Tratado Trujillo-Hull”.
Para concluir
demostrando ya que, en la era que una vez fue era esto era tan
sólo una finca privada de Trujillo y los Trujillo, citaremos algunos nombres más
de parques, puentes y lugares de recreación. El hoy Parque Enriquillo, de la avenida Duarte, era el “Parque
Julia Molina” (que honraba a la madre de Trujillo), en tanto que a la susodicha
avenida (la Duarte) se le denominaba “José Trujillo Valdez” (honrando así al
cuatrero y bandolero que fue el padre del ajusticiado dictador). El hoy Estadio Quisqueya, era el “Estadio
Presidente Trujillo”; en tanto que al antiguo Estadio de la Normal, se le
denominaba “Estadio Radhamés Trujillo”, y así (con ese mismo nombre) se
designaba al hoy denominado Puente
Juan Pablo Duarte y también al Estadio Cibao. El actual Parque Eugenio María de Hostos, era el “Parque
Ramfis Trujillo”; en tanto que la hoy Cancillería de la República, era la “Estancia
Ramfis”; donde hoy está la Plaza de la Cultura, quedaba la “Estancia Radhamés” y
al hospital Infantil Robert Reid Cabral, todavía hoy le llaman “Angelita”.
Y, como para colmo de
males, cada uno de los Trujillo era dueño absoluto de una provincia o feudo,
por ejemplos: Petán Trujillo lo era de la provincia Bonao, de la
radiotelevisora La Voz Dominicana y
de la emisora La Voz del Yuma y, por
ende, de la cultura musical dominicana. Pipí Trujillo era, por su parte, el matatán de la Sanidad (oficina de la
Secretaría de Salud Pública que tenía que ver con la salud sexual de las
rameras y, desde ya, no podemos imaginar todas las diabluras que este ser tan
perverso ejecutaba allí). Aníbal Trujillo, un insano mental, era el dueño
absoluto del Ejército Nacional (jefe de Estado Mayor nombrado por su todopoderoso
hermano) y se lo creyó tanto que hasta se proclamó como Julio César. Éste demente,
también era dueño de una gran porción de tierra en las afueras de Santo Domingo
llamada “Mango Fresco”. Murió en muy extrañas circunstancias, en un hecho que
se calificó como un suicidio (mas se dice que fue fusilado por orden del mismo
Trujillo debido a los numerosos problemas que ya le causaba). Demás estaría
decir que todas, absolutamente todas las empresas nacionales, eran propiedad de
Trujillo y los Trujillo, pues aquí no había libertad ni de empresa ni de nada…
Como vemos ya,
dominican@s, esto aquí (Rep. Dominicana) era sólo una finca privada de Trujillo
y los Trujillo, cuestión esta que tomó gran revuelo internacional cuando —según
narra una leyenda urbana— en una de esas fiestas o recepción holliwoodense, Rock
Hudson y Robert Redford conversaban animadamente y, al ver a un elegante joven
uniformado de general de cuatro estrellas —Ramfis Trujillo que, en tal momento
conversaba con el playboy dominicano Porfirio Rubirosa (Rubí), Zsa Zas Gabor (esposa
de éste) y Danielle Darrieux (entonces amante de Ramfis)—, el primero preguntó
al segundo:
—Robert,
¿y quién es ese joven que anda con Rubí?
—¡Ah!,
el del uniforme caqui, no sé, pero dicen que ése es el hijo mayor de un
hacendado que tiene una finca con tres millones de esclavos en el Caribe. ¿Qué
te parece? —contestó e inquirió a la vez Robert
Redford.
—¿Tres
millones de esclavos? ¡Pero coño… eso no puede ser! Y… ¿es que allí no hay
hombres? —Concluyó exclamando Rock Hudson…
Así que, dominican@s,
de parte tuya está demostrar a los desafectos y enemigos de la REPÚBLICA (como
los son Ramfis Rafael Domínguez Trujillo, su familia, compartes y comparsas que
les hacen el coro) que aquí si hay hombres (y mujeres bravías también) que,
como siempre estamos dispuesto a jugarnos la vida y demostrar que: …La nación dominicana es libre e
independiente y no es ni puede ser jamás parte integrante de ninguna otra
Potencia, ni el patrimonio de familia ni persona alguna, propia, ni mucho menos
extraña; y que, por ende, jamás,
pero jamás en la vida, porque muy dulce y decoroso es morir por la Patria,
volveremos a cambiar de nuevo nuestro status de nación por el de finca privada
de nadie y mucho menos aún de Trujillo y los Trujillo.
¡¡¡QUÉ VIVA LA
REPÚBLICA DOMINICANA: PATRIA LIBRE O MORIR!!!
Autor: Rodolfo Cuevas©: 07/11/2012;
todos los derechos reservados, ley 65-00.