Gatos en el poder (harold Priego)
Pa’ quien o
quienes le sirva el sombrero… advierto aquí que cualquier
parecido con
nuestra realidad política no es pura coincidencia… realmente… es así…
Prometió, en su demagógica campaña, a sus muy
embobados electores —pues, procuraba hablar tan lindo que le decían el
encantador de serpientes—, que si lo elegían como Presidente acabaría
radicalmente con la pobreza; mas jamás les dejó saber que sería privilegiando
la macroeconomía sobre la microeconomía, construyendo obras suntuosas,
sobrevaluadas e innecesarias, haciendo prevalecer los intereses particulares de
su grupo sobre los intereses generales de la nación y matando de hambre al
pobre pueblo…
Este cínico populista —que no estadista— gobernó
corruptamente, dejando las arcas del Estado vacías, la nación endeudada hasta
el copete y a sus míseros connacionales comiéndose uno con otro; mas salió a
pregonar por el mundo que había dejado un país rico, muy rico y en plena
efervescencia económica, pero nunca jamás revelaba que, gracias a él, sí lo
era, el país era rico, pero de muy urgentes necesidades…
Para colmo, al verse fuera del solio
presidencial, se creyó merecedor de liderar la ONU, la OEA, el Celac y hasta de llegar a merecer el
prestigioso Premio Nobel de la Paz; pues juraba haber hechos ingentes aportes
al pacifismo político en que vivía la humanidad. Y fue que, con el éxito de
llegar a ser Presidente, los humos le tomaron la cabeza y, en consecuencia, se
sentía gravitar como de victoria en victoria. Y sí, es cierto que era merecedor
de la victoria, pero más bien de una larga estadía en aquella asquerosa
mazmorra denominada Penitenciaria Nacional de la Victoria.
Autor
Rodolfo Cuevas©:23/09/2012;