CORONAVIRUS O LA PANDEMIA CORONADA
La Cuarentena avanza poco a poco, ahora legal y
oficialmente disfrazada de Estado de Emergencia;
éste, a su vez, va disimulado por muy recurrentes
toques de queda, engalanados de uniformada aprehensión.
El viejo dios Pan, esta vez sin ningún pan que distribuir,
y en desleal contubernio con la deidad Incertidumbre,
ha retomado las calles del Planeta, poniéndolas todas
bajo la zozobrante regencia de Pánico, quien, en verdad,
no comprende nada de amor, de bondad, ni de concordia,
pues tan sólo sabe suministrar terror, temor y ansiedad,
y lo hace a través de redes sociales trocadas en antisociales.
La universal sociedad, hoy aterrada está por la pandemia;
los ojos de sus habitantes auscultan con desorbitado
recelo
a todo aquel que se les acerque, sea éste ángel o
demonio;
y es que, a la postre, todos respiramos el mismo aire y,
por ende,
somos símiles y naturales portadores de ese virus que, al
presente
y con muy democrática sutileza, nos apresa y acogota por
igual.
Por ello, tras las aglomerantes, silenciosas y hasta asustadas
filas,
de los bancos, supermercados y farmacias, asoma la cabeza
Incertidumbre, cual reina consorte por su aleve amante
coronada,
y, desde allí, se entroniza en cada mano, en cada cara,
en cada boca,
en fin, en todo gesto y todo cuerpo que transita por esas
vías de Dios,
ahora humana y muy desesperadamente abandonadas.
Y no son ni la Bondad ni el Amor, es ella, la cruel Incertidumbre,
silentemente acompañada por la imponente Prevención, quien
ahora impone su divisa fundamentada en acuciante pavor;
mas, tan sólo la Bondad y el Amor unificados, nos podrán
retornar hacia la quietud y felicidad que da la
tranquilidad.
Tan sólo el divino control nos podrá volver a proporcionar
ese sueño continuo, sosegado y reparador que hoy anhelamos.
Tan sólo inyectando dosis de paz a nuestras atribuladas
cabezas
lograremos vencer la depresión, la ansiedad y ese gran
deseo de morir
generado en la creciente Confusión que el gobierno de los
hombres,
mal asesorados por Incertidumbre y Prevención, nos ha infiltrado.
Retornemos sin temor a los senderos de la calma y del
autocontrol,
basándonos en el amor y la bondad que, en cada uno de
nosotros,
ha inculcado el Infinito Creador; y esto sin importarnos para
nada
que, desde su confuso estrado, Pan, Pánico e Incertidumbre
bramen,
a coro, que el mundo, bajo su imperio, jamás volverás a
ser el mismo.
Recordemos, amigos, que, para ese Inmenso Espíritu, que muy
dentro
de nosotros habita, no existen los imposibles; pues, para
Él —y para ti,
hecho, como bien sabes, a su imagen y semejanza—, todo
resulta posible;
en tal virtud, descansa sereno y siempre confiado en el
Supremo Hacedor,
pues tan sólo Él, en todo y sobre todos, posee el más
absoluto control.
Autor: Rodolfo de Jesús Cuevas;
Sto. Dgo. D.N., R.D., 05/04/2020.